Desde hace trece siglos, Japón diseña espacios de meditación en comunión con la naturaleza. Representan el universo y están concebidos para inspirar vitalidad y serenidad.
Contemplar un jardín japonés es como sumergirse en un sueño en el que las rocas son montañas, donde la grava se modula en forma de ondas provocadas por la caída de una gota imaginaria en un estanque, y donde las cañas de bambú, al moverse, dejan oír la música de sus emociones.
Como un fluir constante de sensaciones, colores y texturas, el diseño de los jardines japoneses fue concebido, hace más de trece siglos, como un instrumento para conseguir la correcta percepción de la realidad. A diferencia de los occidentales, los jardines japoneses no están hechos para pasear. Se deben admirar como si se tratara de una pintura o una caligrafía, donde del desplazamiento del cuerpo y la apertura de la mente son esenciales. El budismo y otras doctrinas, que llegaron a Japón desde China y Corea a mediados del siglo VI, han jugado un papel fundamental en la concepción y desarrollo de estos jardines. "El shintoismo, el confucionismo y el zen nos enseñan que el hombre no estaría completo sin la naturaleza. Sería como un huérfano si no se sintiera hermano del agua, las plantas o las rocas," asegura Chisao Shigemori, el último miembro de una antigua familia japonesa que ha diseñado y renovado más de 500 jardines, entre ellos el London Kyoto Garden, construido en 1991. Jardines verdes, de té o de piedra.
Hay muchos tipos de jardines en Japón que podrían resumirse en tres grandes grupos: el de la casa de té, al que se accede por un camino de piedras rodeado de plantas, árboles y agua; los jardines verdes que pueden ser grandes como bosques y suelen rodear grandes mansiones, como el Palacio Imperial de Tokio; y los jardines secos (kare sansui), también llamados de piedra (sekei tei), que en tan sólo unos metros cuadrados, a base de grava y rocas diseminadas, engloban los principios fundamentales del arte y la filosofía japonesas.
Los jardines secos de Kyoto.
Aunque en apariencia sencillos, los jardines más difíciles de diseñar son los de piedra. Los más bellos se pueden visitar en los templos de Kyoto , donde fueron concebidos como instrumento de meditación para los monjes zen.
"Estos recintos están despojados de toda suntuosidad; la grandeza reside en las cosas simples," afirma Shigemori. El más conocido de los kare sansui es el jardín seco del templo Ryoan-ji, creado en 1473. En unos pocos metros cuadrados están dispuestas quince rocas en tres grupos de siete, cinco y tres, colocadas sobre un mar de grava rastrilleada. El arquitecto japonés Nobuhiro Nishio resume así algunas de las interpretaciones más habituales: "La tradición popular dice que las rocas representan a un tigre cruzando el río con sus cachorros. Otra teoría interpreta el jardín como los picos de las montañas japonesas asomando por encima de las nubes, o islotes en el mar inmenso". Todos los jardines están diseñados para ser contemplados desde el interior de la vivienda. "El jardín se incorpora a la estructura de la casa, que no tiene muros, como en Occidente, sino paneles de papel que se desplazan para dejar a la vista el jardín.El flujo es continuo, incluso el propio jardín está limitado por setos o pequeños muros escalonados que lo comunican con el exterior".Por lo tanto, los jardines se distinguen de otros metafísicamente hablando, pero también físicamente. "Son asimétricos, como lo son el mundo y la naturaleza si fuera simétrico, el jardín no invitaría al hombre a participar, a formar parte de ese universo utópico. No hay que olvidar que el jardín zen fue creado básicamente como un instrumento para la meditación. En las culturas orientales, meditar supone lograr la captación directa de la realidad, sin que el pensamiento actúe como intermediario. El lenguaje y el pensamiento alteran la realidad modificándola. Son mecanismos que hemos creado para entender lo que nos rodea.Lo que pretende el zen a través de los jardines es precisamente mostrar que la realidad no debe ser entendida desde el pensamiento sino desde lo que se ha dado en llamar la intuición pura".
el rastrilleado de la grava alrededor de las rocas simboliza las ondas que se producirán en la superficie de un lago si cayera una gota de agua.De la misma manera que la gota altera la superficie lisa, el pensamiento acude a la mente para interpretar esa realidad. Es entonces cuando la modifica".La mentalidad occidental, que es tan pragmática, no entiende que un jardín sea hermoso si no tiene flores para la mentalidad japonesa un jardín es bello cuando las hojas empiezan a marchitarse.
Utilizan mucho los arces en sus jardines. El continuo cambio de color de sus hojas durante el otoño sirve como estímulo para la meditación. El concepto de cambio, de caducidad es para ellos realmente bello.
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LOS ELEMENTOS "A medida que avanzo con quietud, percibo el aroma de la tierra, pequeñas plantas aun sin nacer viven dentro de la simetría de la naturaleza, Yo me deslizo entre ellas con reverencia y planto mi espíritu en zurcos de silencio" Filosofía Zen, Canto a la naturaleza
Desde los inicios de los tiempos, se ha considerado a la tierra como fuente de sostenimiento, la observación ha sido la base del conocimiento, y el secreto profundo de un Jardín Zen reside precisamente en la contemplación. Pocas veces nos detenemos a observar los detalles de lo que nos rodea, generalmente pasamos y vemos, pero no observamos con detenimiento las cosas, debido a la gran inquietud que crea la vida, la incertidumbre de hacia donde vamos, que somos, por que estamos. Al enfrentarnos a la gran responsabilidad de sobrevivir, dejamos muchas veces pasar los pequeños detalles que pueden hacer mas placentera nuestra estancia en este planeta. La filosofía Zen tiene como objetivo, la expansion de nuestra conciencia, aparentemente no existe porque no se puede tocar, pero existe en realidad. El hombre físicamente camina en el elemento del tiempo, pero en ocasiones es como si atravesara un espeso lodo, que le hace arrastrar sus pies. El Zen nos enseña que debemos de comprometernos y reconocer los pasos que nos llevan a progresar hacia un entendimiento que nos acerca a la supuesta distante iluminación. A través del diario vivir, creemos que estamos buscando algo en particular, pero esto es solamente ilusoria separación de la naturaleza verdadera, que no nos permite encontrar nuestra esencia real. Dentro de la confusión de los sentidos físicos, se pierde muchas veces la ruta, y se encuentran muchas encrucijadas y atajos, pero no sabemos cual es el mejor para elegir, la avaricia y el miedo, lo bueno y lo malo se mezclan. Cuando nos tomamos un espacio de tiempo para meditar, podemos aprender de las enseñanzas, nos permite ver claro las huellas de nuestro camino, las herramientas que tenemos y nos damos cuenta que hemos discriminado. Cuando escuchamos nuestra voz interior, podemos percibir nuestra esencia, aquí es donde nuestros sentidos internos se fusionan y podemos atravesar el umbral, para darnos cuenta de lo que no percibíamos antes, pero estaba frente a nosotros todo el tiempo. Generalmente vemos parcialmente, omitimos el resto de los componentes, porque la mente esta divagando en muchas cosas, se comporta en forma necia o arrogante, cuando un pensamiento llega, otro surge inmediatamente, y a través de la ilusión creemos en una realidad parcial, esta ilusión se deriva de la objetividad, sin tomar en cuenta la subjetividad. El Jardín Zen representa el camino de la vida, constantemente lleno de cambios, diversos zurcos, altas y bajas, tropiezos y obstáculos, brillo y obscuridad, sombra y luz. El Jardín Zen se compone de varios elementos: Tierra - arena Representa la plataforma sobre la cual existimos, se considera como un elemento que absorbe, recicla y transmuta la energía a través de su magnetismo. Al contar con este elemento en los lugares, nos ayuda a neutralizar las frecuencias nocivas, todos los pensamientos, emociones, actitudes, o energía negativa se transmutan, creando un ambiente de tranquilidad y serenidad. Rocas Las piedras representan los obstáculos y tropiezos que enfrentamos a lo largo de nuestra existencia. Sin importar que tan grandes o pequeños son, siempre nos van dejando una enseñanza. Nada pasa por casualidad, todo tiene un motivo, de causa y efecto. No debemos sentirnos culpables por los errores, los fracasos o las caídas, ya sin éstos no podríamos crecer como individuos. Las rocas simbolizan las experiencias y los peldaños que avanzamos en nuestra vida. Cristales de cuarzo Los cuarzos son seres vivientes de la tierra, que por su cualidad especial permiten recibir, almacenar, transmitir, energía positiva. En el Jardín Zen, los cristales se programan para que actúen como generadores permanentes de energia, ayudando a crear una sensación de armonía y equilibrio en los espacios. La transparencia del cristal revela la luz del entendimiento, ya que al ser transparente muestra la sencillez, la humildad y la modestia. Las conchas o caracoles Representan el contacto con el mar, nuestra mente al observarlos recuerda la tranquilidad y la paz que se percibe al estar cerca de los océanos, esta es la serenidad que buscamos, interna y externa. A través del Jardín Zen podemos reproducir el principio fundamental de la vida, valorar la oportunidad de existir, representa la secuencia de los pasos que llevan a la realización de algo y su verdadera naturaleza. Cuando contemplamos algo, tenemos la oportunidad de profundizar, y ver las formas de integración y desintegración. La belleza de un Jardín Zen es invisible, porque solo se revela cuando observamos en silencio, meditando en nuestro interior, la relación que cada objeto tiene, las figuras que se van formando, los elementos que se integran. La mente cesa de estar limitada, comienza la búsqueda de entendimiento, captamos el complemento oculto, disipamos los velos del ensueño, abrimos la puerta a la imaginación, dejando que los objetos de la naturaleza nos revelen lo que queremos expresar. Como trabaja el Jardín Zen El Jardín Zen nos da la oportunidad de cambiar constantemente, a través de las formas. Las 8 rocas representan los 8 senderos de la sabiduría, por los que el ser humano tiene que atravesar para llegar a la iluminación. Estos senderos se interpretarían como: 1) Fuerza de voluntad - Para todo lo que necesitamos hacer, requerimos esta fuerza de donde emanan las ideas, los objetivos, las metas. 2) Misericordia - En todos nuestros actos y pensamientos 3) Creación - Llevar a cabo las cosas sin dejarlas a medias, no quedarse en el hubiera, sino tener la satisfacción de hacer el intento. 4) Belleza - Seguir el ejemplo de la naturaleza y las cualidades del equilibrio percibir la belleza interna tanto como la externa 5) Tolerancia - Ser benevolente en los juicios, utilizar la paciencia y el respeto hacia todo lo existente. 6) Perdón - No guardar rencores, comprender que cada quien tiene su etapa de evolución, nadie es perfecto. 7) Formación - Normar nuestro criterio, aprendiendo de todo lo que se nos presenta, estar atentos y abiertos para recibir los mensajes. 8) Conocimiento- Actuar con humildad, nunca se sabe suficiente, el verdadero maestro comprende que la sabiduría no lo es todo. Una vez que se recorren estos senderos, se llega al noveno, representado por el cuarzo que refleja la luz del entendimiento. No basta tener sabiduría ó conocimiento, se requiere entendimiento para llegar a la iluminación. Generalmente esta piedra, roca o mineral se esconde dentro de la arena para que sea encontrada con la fuerza del espíritu o el alma, que es luz, energia pura. Estas nueve puertas son las que tenemos que abrir cuando hacemos una introspección, cuando buscamos verdaderamente en nuestro interior en qué etapa nos encontramos, cómo hemos guiado nuestros actos. El Jardín Zen nos permite descansar a nuestra mente, concentrarla en un solo punto, tranquilizar la ansiedad, la angustia y los miedos. Podemos cambiar su forma infinidad de veces, retirando las rocas, alisando la arena, colocando nuevamente los elementos, y trazando los zurcos que representaran nuevas oportunidades para continuar en nuestro sendero. Resulta muy ameno, cautivante, relajante. Resulta ser una herramienta de terapia, al mismo tiempo que es una expresion profunda de nuestro arte. Nos da la oportunidad de renovarnos con cada experiencia. El Jardín Zen es un reflejo de nuestro Jardín Interior, en la búsqueda de la imagen del equilibrio, la armonía y la paz interna. |
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